El Huerto que Cura

Escrito por: Andrea González Andino y Juan José Lugo

Revisado por: Gerardo López Amaro 

Resumen

 

En el camino encontraremos muchos acercamientos a lo que parece adecuado, a lo que parece qué es lo que queremos/podemos hacer. ¿Cómo nos movemos? ¿Qué decisiones tomamos? Todo esto se vincula con las formas de aprender/desaprender nuestras vidas y cómo nos estamos enfrentando a estas. Desde el espacio que se propone en este artículo, nosotras queremos contar un eje de nuestros caminos que se convierte en una forma de pedagogía -de aprender del mundo-, y esta es la importancia del cuidado. Para nosotras es fundamental entender al aprendizaje como un proceso regenerativo, una práctica diaria de vida. Nuestro paso por y con esta tierra es nuestra oportunidad para transformar-nos. Este es un relato de cómo experimentamos jugando y trabajando con el espíritu profundo de la regeneración en donde descubrimos una práctica de sanación. Dentro de esta exploración también describimos como una iniciativa privada, guiada por principios regenerativos, puede involucrarse con instituciones públicas y facilitar el desarrollo comunitario dentro de un barrio densamente poblado en la ciudad de Quito – Ecuador

El territorio de enunciación es en los Andes, desde acá las prácticas de cuidado son bases esenciales de la vida comunitaria. Sabemos que, si la otra persona está bien y cuidada, la comunidad prospera y no sólo la comunidad humana, también la no-humana. 

A través de este artículo, queremos contarles sobre la experiencia de un laboratorio de cuidado que se dio en La Huerta que Cura, una huerta comunitaria en el Hospital de Atención Integral del Adulto Mayor en la ciudad de Quito. En este espacio se encontraron ancianos, voluntad, disciplina, cuidado y compromiso, poniendo en común el gran sueño de la regeneración donde confluyeron: la permacultura, la visión de la salud en relación a los adultos mayores y las pedagogías del cuidado.

Para empezar con este proceso -a partir del cual hemos encontrado otra forma de re-imaginar a los espacios y a la manifestación de los mismos-, queremos comenzar con las ideas principales que se aplicaron aquí. Quienes contamos este relato jugamos indistintamente con aquellos términos que asignan un género, tales como abuelitos – abuelitas – abuelites; la huerta-le huerte-el huerto. Nuestra intención es romper desde la narración estructuras binarias de representación para incluirnos parte de la naturaleza en sus distintas manifestaciones.

¿Cómo surge La Huerta?

 

En Mayo del 2019 se ubica un espacio subutilizado dentro de un hospital público donde se propone desarrollar una huerta terapéutica comunitaria como un camino hacia la regeneración en el que se trabaje con adultos mayores, la tierra y la permacultura.

La tierra, nuestra relación y vínculo con ella, han sido durante miles de años la forma en la que definimos nuestros espacios; y ha permitido el florecimiento de diversas comunidades (Prest, 1988; Gunnarsson, 1992; Gerlach-Spriggs et al., 1998, Söderback et al., 2004, Ulrich et al., 1991; Ulrich & Parsons, 1992; Ulrich, Lundén & Eltinge, 1993; Parsons, Daniel & Tassinary, 1994, Ulrich et al., 1991; Ulrich & Parsons, 1992; Ulrich, Lundén & Eltinge, 1993; Parsons, Daniel & Tassinary, 1994). El desarrollo del proyecto ha buscado revivir esta relación y permitir que se manifiesten y expresen aquellos factores que renuevan y sanan los vínculos humanos del cuerpo y el paisaje.

Hasta la fecha, por el huerto han pasado más de 40 abuelites de los cuales 9 han decidido ser parte de la comunidad del huerto asistiendo voluntariamente a todas las sesiones desarrolladas. El tiempo y las vivencias, durante el desarrollo del proyecto, nos han permitido identificar elementos que nos proveen de aprendizajes, lecciones, tareas, pistas alrededor de espacios de sanación, cuidado y vida comunitaria. Saberes que serán analizados y compartidos con el objetivo de promover la diseminación de impulsos regenerativos dentro de las ciudades.

Adultos mayores, retomando sus lugares en la sociedad

La propuesta se ejecuta dentro de la modernidad individualizadora de la capital de Ecuador, logrando introducir conceptos como la apropiación del espacio público, la redefinición y el empoderamiento de la salud, la recuperación de espacios verdes subutilizados y el cuidado comunitario, todo dentro de un Hospital público especializado en adultos mayores.

Diversos elementos enmarcan la construcción de los espacios, cada lugar está atravesado por capas de complejidad. Para el sentido de este artículo queremos enunciar el lugar que dentro de este territorio se construye alrededor de los adultos mayores. Nuestro trabajo surge además de una noción social dentro del contexto ecuatoriano y latinoamericano de la ciudad/lo urbano/la modernidad, de que a cierta edad las personas ya no son útiles para la sociedad. Hemos olvidado la concepción de ancianos como sabios, como guardianes de la visión, como los contadores de historias. Se los ha relegado a “jubilarse” y dejar de ser productivos para el sistema. Sus cuerpos encarnan la vida de la sociedad, las historias que trascienden el espacio-tiempo y que también fueron territorios de lucha, de violencias. Sus vidas tienen narrativas de formas de resistencia que dan una lectura de los territorios, de los procesos y experiencias encarnados de desigualdad, injusticias sociales – de raza, clase, coloniales, de origen o de orientación sexual-, y de las búsquedas de sus vidas.

Otro dato importante es que la población de adultos mayores en Ecuador y América Latina ha crecido, según datos de CEPAL y NNUU, lo que pone un foco de atención en este grupo etario. La esperanza de vida al nacer en 1950 era de 52 años, para el 2015 al 2020 la esperanza de vida llega a 72 años y el estimado del 2070 al 2075 es de 85 años (González Ollino, 2018) . Se presenta un cambio en las estructuras etarias que proponen alteraciones en las configuraciones de los contextos sociales y económicos que deben ser tomados en cuenta para analizar el presente y el futuro de las sociedades Latinoamericanas y del Caribe.

En relación a los datos presentados anteriormente, no solo hay una necesidad de atención prioritaria a esta población en crecimiento estadístico, también el aspecto humano y social nos llama a generar distintas iniciativas para que puedan trasladarse a espacios de política pública que logren normalizar el cuidado y atención que este grupo prioritario merece en la sociedad. 

Aprendizaje y cuidado como un proceso de evolución

hacia la regeneración

 

Como se mencionó al inicio, este ensayo busca contar la historia del laboratorio de cuidado como una práctica pedagógica de regeneración.

La vinculación de iniciativas autogestivas con espacios públicos estatales es bastante novedosa en la práctica de entidades gubernamentales. Códigos estrictos, burocracia y hasta intereses políticos pueden evidenciarse en estos espacios. Sin embargo, resulta interesante ver su potencial y empezar un camino donde el encuentro de una comunidad se convierte en un ejercicio de empoderamiento ciudadano.

Para contar este proceso dividimos en etapas los distintos estadíos por los que pasó el proyecto.

Figura 1. Esquema de procesos dentro de La Huerta que Cura

Propuesta al Hospital de Atención Integral del Adulto Mayor

 

Las puertas del hospital se abrieron en el momento en el que el jefe de mantenimiento del hospital (German Navarrete) se dio cuenta de la dinámica social que está sucediendo dentro de las instalaciones, abuelites que no sólo iban a ser atendidos por sus enfermedades sino que también iban por el encuentro con otros abuelites y el disfrute de compartir un momento fuera de sus rutinas diarias. 

Es así que Juan José Lugo, miembro de Pangea, una propuesta privada que propone el diseño regenerativo de espacios, se acerca al hospital donde después de varias visitas y  conversaciones identifica un núcleo social ávido con algunos pacientes de la sección de crónicos, quienes buscan participar en actividades que complementen su bienestar y aporten al empoderamiento de su salud. 

 

Aquí nace la idea de sostener un huerto comunitario terapéutico en los espacios verdes. Se elabora una primera conceptualización del proyecto, la que es socializada con el director y el jefe de mantenimiento. Después de varias observaciones a la propuesta se procede a la firma de un acuerdo legal sobre el uso del espacio durante un periodo de 3 años. Una vez firmado el acuerdo, Pangea inicia el proceso de diseño.

El Espacio

Fotografía 1. Ortofotografía inicial del huerto que Cura

Ubicado en la parte sureste de la propiedad, el huerto tiene una superficie de 500 m2 y tiene conexión directa con el área de hospitalización y el área de laboratorios del hospital, permitiendo el acceso a pacientes a la huerta. También es un paso obligatorio para llegar a una cancha de cemento regularmente utilizada por los pacientes del hospital para talleres que se realizan varios días a la semana. Su acceso principal es por el parqueadero sur, lo cual también facilita la carga y descarga de materiales en el espacio.

El huerto está dividido originalmente por caminos de cemento que segmentan el espacio en cuatro zonas principales las cuales se juntan en un área central tipo rotonda. Además, en la cara este del huerto se encuentra una construcción sencilla de bambú que permite un espacio más íntimo que protege del sol.

Una característica importante es la presencia de dos árboles de dimensiones considerables, un Aguacate (Persea americana) y un Cholan (Tacoma stans), siendo este último quien domina el paisaje ya que está ubicado en la parte central del huerto.

El diseño y el vínculo desde lo privado

Pangea, una iniciativa privada y autónoma, propone cofinanciar y sostener la ejecución del proyecto a través de sus ingresos, buscando así convertir a la iniciativa en una semilla de regeneración dentro de la ciudad.

La regeneración (Jenkin and Pedersen, 2009) investiga cómo los humanos pueden participar en el desarrollo de los ecosistemas a través de la creación de condiciones óptimas para la salud tanto para los ámbitos de las comunidades humanas (psicológicos, físicos, sociales, culturales y económicos) como para otros organismos y sistemas vivos. Una de las consideraciones importantes dentro del marco de la regeneración es el entendimiento del flujo constante de la vida, siendo así el equilibrio sinónimo de lo estático o de la muerte, concepción importantísima al momento de aceptar la retroalimentación constante y la evolución del sistema y en consecuencia de la manifestación de su diseño.

Pangea trabaja con familias y comunidades intencionales, facilitando la creación de vínculos con sus territorios y la manifestación de sueños y potenciales de todos quienes habitan en él. Su trabajo toma a la regeneración como marco de pensamiento utilizando tecnologías sociales participativas, así como herramientas tecnológicas como drones y geobiología para guiar el proceso de diseño. 

La propuesta desarrollada en el espacio basa sus conceptos de diseño en la permacultura, definida por Holmgren (2002) como un sistema de ensamblaje conceptual, material y de los componentes estratégicos en un arreglo que permite beneficiar la vida en todas sus formas. Dentro de la propuesta de la permacultura también resulta interesante comprender lo importante de empoderarse de las acciones de nuestro contexto y desde ahí comenzar a generar cambios trascendiendo la sostenibilidad (Holmgren, 2002).

Reflexión fundamental en el contexto en el que vivimos como humanidad y como planeta. Una vieja historia sufi captura la importancia de nuestras acciones en este contexto:

Hubo, hace algún tiempo atrás, un hombre que fue reconocido en su pueblo y en la región por su sabiduría. 

Dos jóvenes decidieron probar su sabiduría un día: “atrapemos una pequeña ave” -le dijo el uno al otro. “Le preguntaré si está viva o muerta. Si dice que está viva, la aplasto con mis manos. Si dice que está muerta, la dejo volar para demostrar que se equivoca”. Cuando se acercaron al sabio, uno de los jóvenes le dijo: “viejo sabio, escondida en mis manos hay un ave. Tú que eres sabio, ¿puedes decirme si el ave está viva o muerta? El hombre sabio miró al chico a los ojos y con una sonrisa le dijo: “está en tus manos”. 

Nuestro destino está en nuestras manos. (Mang & Haggard, 2016)

 

Niveles inclusivos de diseño

 

Se propuso la creación de le huerte como un espacio de encuentro que permite el empoderamiento de la salud de adultos mayores con tratamientos por enfermedades no incapacitantes. Propuesta que en un inicio definió algunos elementos base que permitieron comprender la manifestación del potencial del espacio y en el desarrollo de los primeros momentos del diseño, abrió las puertas a la integración de los miembros de lo que después se convertiría en la base de la comunidad de le huerte y con quienes iniciaría el co-diseño y evolución. Todo esto atravesado por los pétalos de la permacultura que son: gobernanza, construcción, educación, bienestar, espiritualidad, tecnología, arte, comunicación, economía y sanación. 

El diseño base evaluó los siguientes aspectos:

  • Clima (Interno – Externo)
    • Patrones de precipitación
    • Direcciones de los vientos
    • Microclimas
    • Movimiento del sol en el paisaje
    • Sistema de toma de decisiones del contexto
    • Actores que intervienen en el espacio
    • Estado legal de la intervención
  • Vida y manifestaciones de la tierra
    • Fertilidad de los suelos
    • Expresiones geobiológicas
  • Agua
    • Fuentes de agua
    • Capacidad de recolección y cosecha de agua de los espacios
  • Logística
    • Accesos 
    • Seguridad del espacio
    • Ubicación de bodegas
  • Biología
    • Especies presentes 
    • Plantas disponibles 
    • Indicadores biológicos
  • Entorno, bienestar y redes
    • Historia 
    • Vínculos con proyectos y donantes
    • Perfil médico psicosocial de los participantes
    • Formas de vinculación con el proyecto
    • Niveles de intensidad de actividades de acuerdo a estados anímicos / físicos
  • Construcciones
    • Estructuras de soporte 
    • Patrones de diseño
    • Flujos de energía (sistemas)

Cada uno de los elementos antes mencionados fueron procesados y sistematizados, lo que determinó las bases del diseño además de las estrategias de relación con les abuelites. Quizás uno de los temas más innovadores incorporados es la contemplación y entendimiento de la geobiología.

La geobiología o biohabitabilidad es la disciplina que estudia las energías que emanan de la tierra y de nuestro entorno, y de cómo influye sobre los seres vivos. No pertenece a ninguna rama de la ciencia estrictamente académica, ni lo pretende, aunque sí bebe de conceptos clave procedentes de la geología y la biología. Recoge también conocimientos ancestrales, los integra con el diseño de espacios y los materializa en protocolos concretos para facilitar la manifestación de entornos saludables y benéficos para la expresión de la vida.

En la práctica, la evaluación geobiológica permitió reconocer expresiones energéticas de la tierra ubicando puntos que manifestaban lugares de bienestar relacionados con ámbitos físicos y también emocionales, además de permitir ubicar lugares adecuados para energizar encuentros y caminerías, lugares de plantas de importancia energética (acupuntura de la tierra) y un espacio específico para la regeneración del suelo.  

La acupuntura de la tierra busca canalizar las manifestaciones sutiles de las entrañas de nuestro planeta a través de árboles y plantas que buscan equilibrar o amplificar las mismas en los espacios intervenidos. Esta acción es una forma de intercambio o co-creación entre lo humano y la naturaleza. Por ejemplo, en el espacio de la huerta se identificó un punto donde microorganismos, insectos y lombrices se encontraban a gusto. En este punto ubicamos el área de regeneración de suelos (compostera) que a su vez se convirtió en un lugar de desfogue emocional y de entrega a la tierra. Este proceso fue descrito como una práctica a partir de investigaciones de Pangea en centros ceremoniales ancestrales, donde se identificó que los lugares de ofrendas se convertían en espacios propicios para la transmutación de lo material e in-material. Las ofrendas materiales eran entregadas de forma intencionada, mismas que se transmutaban; así en la huerta, el área de regeneración de suelos (compostaje) transmutaba emociones.   

Gráfico 1. Mapa de energías sutiles manifestadas en el espacio de la huerta

Toda la información antes mencionada manifestó un diseño base que serviría de guía al inicio del proyecto y que a medida que la comunidad se fue manifestando llegó a tomar las riendas del diseño volviendo al proceso la esencia de cada encuentro.  

La propuesta mostró 6 zonas que incluyen además de la infraestructura básica funcional: Huerto en mandala, Huerto en Herradura, Zona de Frutales, área de galería y exhibición, Huertos medicinales en churo (espiral), cocina y área de talleres.

Las expresiones del diseño se basaron en algunos elementos claves. El primero fue el de fundamentar la experiencia dentro del huerto como esencialmente terapéutica, rompiendo así con algunas concepciones del sistema hegemónico donde todo debe generar una producción material o debe estar enfocado en parámetros estéticos que no consideran el bienestar del entorno y de quienes los habitan.

También fue parte importante de la concepción en el diseño la representación de los ciclos de la vida, con espacios circulares que manifestaban referencias a los estadios de la misma, tanto en espacios para las semillas y su desarrollo, crecimiento y fructificación y finalmente la transmutación de la materia y la renovación de los suelos.

Finalmente, otro de los elementos fundamentales es considerar los diversos estados anímicos, físicos y psicológicos de quienes acudan al huerto. Disponer de espacios abiertos que permitan a les abuelites relajarse sin sentirse saturades por una sobrecarga de plantas, colores y olores. Otros espacios donde se permitan tener lugares de intimidad que faciliten estar en la huerta sin la necesidad de interactuar con otros miembros de la comunidad, donde se sientan abrigados y seguros sin la obligación de interactuar con los demás. Espacios de descanso y encuentro donde también se promueva la interacción de quienes así lo deseen hacer. 

Todas estas consideraciones también fueron relacionadas con las actividades propuestas y con las dinámicas y ritmos de trabajo dentro de la huerta.

Gráfico 2 Mapa del diseño base del huerto

Apertura del espacio

 
Socialización

La socialización de las bases del diseño empezó en marzo del 2019 en el auditorio del hospital donde se convocó a todos aquellos interesados en la propuesta de construcción de un huerto en el espacio. Se realizaron 2 sesiones para compartir la propuesta y recibir retroalimentación además de motivar a la participación de abuelites interesades. A dichas socializaciones acudieron en promedio 30 adultos mayores. 

Ya en campo, el trabajo empezó con un grupo de 15 abuelitos con los que se desarrolló el Huerto en Mandala. La característica principal son los surcos circulares divididos en 4 secciones: la primera dedicada a la siembra y cuidado de semillas de distintas especies, seguida por un área enfocada en ornamentales y cultivos perennes, luego viene la sección de cultivos de ciclo corto para terminar en un área dedicada al reciclaje de nutrientes y la vida del suelo. Todo esto en representación del ciclo de la vida

El cuidado como pedagogía - Dinámicas de relacionamiento

Un día en la huerta incluía diversas dinámicas grupales y comenzaba de la siguiente manera:

  1. 9am – Don Segundo ya estaba en la huerta porque siempre llega una hora antes. Está dando vueltas alrededor del espacio, pero no se lanza a trabajar la tierra.
  2. 10am – Llegan voluntarias entre abues del huerto, personas externas al hospital, entre otros. Se juntan en círculo para compartir las primeras palabras que iniciarán la jornada.
  3. Entre las actividades de la jornada están: ejercicios para calentar el cuerpo, para estirar, se ponen uno tras otro para darse masajes en los hombros, en la espalda y finalmente hay cosquillas para soltar el cuerpo. “Karate”, un juego donde se replican posturas, gritos y movimientos de artes marciales para energizar y mover el cuerpo. Aquí se plantean preguntas alrededor de qué es lo que queremos hacer y qué no queremos hacer 
  4. Se decide en conjunto qué se va a hacer con base en lo que se necesita, se toman decisiones a partir de preguntas cómo:  ¿Qué vamos a sembrar en esta parte? ¿será que movemos la composta? ¿De qué hilo vamos a coser el saco del abuelo cholán hoy? (El árbol guardián tiene un saquito que se lo teje todos los viernes)
  5. Este momento es clave en la construcción de la gobernanza y co-diseño, es aquí donde se manifiestan las intenciones que se traen, los deseos de acción, las ganas y la voluntad de cuidado, además de la autonomía al ejecutar sus propuestas. Todo esto viene con el acompañamiento y facilitación humana y de la naturaleza.  
  6. 10:20am – Cada uno toma sus herramientas y se lanza a hacer su trabajo. Las actividades son diversas dependiendo del día. A veces es sacar hierbas, remover la tierra, germinar semillas, podar las plantitas, tejer el saco del abuelito árbol Cholán. Estas actividades se organizaron como mini talleres que son espacios en los que todas comparten 
  7. 12:00 –  A veces compartimos comida o nos despedimos después de la jornada.

Este era el rito general. Todos los días comenzábamos así y poco a poco mientras se iban juntando más personas se agregaban actividades. A veces llevaban comida, habían compartires de cuentos, de historias de vida, fotos de medios de comunicación, una serie de actividades que surgían en el espacio. 

Este proceso nos permite identificar formas en las que se crean los ritos que no son casualidad, responden al lugar, a la gente, a la actividad y conforman las dinámicas sociales que van a configurar la experiencia en la huerta. Todas estas prácticas manifiestan una experiencia pedagógica basada en el cuidado y en el empoderamiento del bienestar y su relación con los espacios. 

Tal vez un elemento que pensamos puede ser interesante profundizar más adelante es en relación a la configuración y aprendizajes del espacio-territorio con la cosmovivencia Andina. Esto debido a que en Ecuador el 14% de la población es indígena y en ciudades como Quito esta representación está invisibilizada por las diversas causas explicadas anteriormente que traen las lógicas de las modernidades. Sin embargo, el territorio habla, las montañas se manifiestan y es en la interacción donde ciertas tradiciones acompañan el hacer y las prácticas comunitarias son parte de la cosmovivencia que mantenemos como andinos y es el legado de los ancestros. En Quito la población en su mayoría es mestiza, es decir, con rasgos-antepasados españoles, afrodescendientes e indígenas. Esta triada dentro de lo social tiene distintas representaciones que se configuran en la interacción. Una de las manifestaciones más predominantes se relaciona a que lo mestizo está entramado con lo urbano, con las ciudades y marcan un ritmo de vida en relación a la lógica sistémica en la que se presenta la educación, lo social y lo cultural. 

Parecería que dentro de espacios donde se configura lo comunitario como parte de la dinámica social, surgen nuevamente estos mensajes del territorio que invitan a volver a la naturaleza de lo Andino, a encontrarse con la cultura del cuidado mutuo como núcleo de la vida comunitaria, como se entendía al Ayllu. Este se basa en el amor y sus distintas ramas, como la compasión, el cuidado, la protección, la seguridad, el compartir, la reciprocidad, el trabajo y la empatía. Para los pueblos originarios de esta parte del mundo, quien cuida practica una forma de compasión.

 

¿Por qué el cuidado como pedagogía de la huerta que cura?

Las formas de aprendizaje nos llevan a prácticas que giran en torno a la creación de posibilidades y construcción de conocimiento antes que a la transmisión del mismo (Conocimiento desde Paulo Freire -Pedagogía de la libertad). Los espacios de aprendizaje fuera del sistema normado nos invitan a volvernos cada vez más humildes, a entender al aprendizaje como una exploración, una experiencia de vida y una invitación a prestar atención a nuestros sentidos, territorios y a nuestra relación con aquello no humano. Mientras que, en el sistema educativo, la escolarización, la modernidad y la lógica en la que buscamos habitar el mundo nos dice cómo aprender, la invitación en el huerto que cura es la de despertar los sentidos, ejercer autonomía y movernos dentro del hacer y compartir. 

El aprendizaje, como lo menciona Munir Fasheh, es un acto biológico, es parte de nuestro caminar, es como comida para nuestro cuerpo, es parte de la vida misma. Cómo nosotros organizamos nuestro mundo interior, nuestra vida, las historias que nos contamos y compartimos nos involucran en territorios de intercambio de lo que somos y es una puesta en común. Cada detalle mencionado anteriormente manifiesta una interpretación de cómo construimos comunitariamente la pedagogía del Huerto que Cura en un camino claro hacia la regeneración. Desde la selección del Hospital de Cuidados Intensivos del Adulto Mayor, el acercamiento a quienes lo administran, la planificación, el co-diseño, la retroalimentación, el vínculo con la permacultura, las historias, los compartires, los adultos mayores, los elementos vivos y no vivos, las enseñanzas y las experiencias. 

Ampliando esta visión del acto biológico encontramos que la relación con lo no humano es esencial para la construcción de una pedagogía del cuidado en la huerta. El acercamiento a comprender la expresión de la energía de la tierra y de su relación entre humanos y no humanos han permitido reinterpretar prácticas ancestrales y de vínculos con el territorio para facilitar el bienestar de quienes interactúan y se vinculan en la huerta. Con una mirada al vínculo mencionado, dichas energías sutiles permiten que ciertas expresiones tanto de microorganismos (hongos, bacterias, actin

omicetos, etc.), de seres elementales (salamandras, ondinas, gnomos y hadas), hasta la influencia de aspectos físicos, mentales y emocionales de las personas puedan encontrar una dinámica que se encamine hacia la expresión del libre equilibrio oscilatorio en los lugares de interacción. A diferencia de un equilibrio estático, controlado y artificial, el que mantienen la lógica dominante educativa, que limita la expresión de la vida. 

¿Cómo se vieron desde la práctica los procesos de regeneración?

 

Una de las problemáticas de los adultos mayores en la ciudad es el olvido. Mi abuela solía cantar una canción que decía: “en vida que me quisieras, de muerto ya para qué”, se refería a esto como una queja a que la olvidan, a que no la visitan tan seguido. Este es un ejemplo de cómo hay un imaginario que se encarna en la cuerpa alrededor del olvido de los adultos mayores, al pedido de atención en vida, en el aquí y ahora. Al tener tan presentes esta situación, el cuidado se manifestó y se expresó como la respuesta natural del espacio, como la configuración que requería este entrelazado. 

La situación de muchos de los ancianos que están en la huerta se relaciona con historias de abandono, falta de acompañamiento y es en este espacio donde encuentran una actividad que les hace sonreír, hacer, cuidar las plantas y compartir. Es en las acciones y en “el hacer” al que acuden una vez a la semana donde se ven los frutos de su interacción con la tierra, el ritmo en las actividades y su voluntad al cuidar el lugar. 

Hay diversas historias que compartir para desentramar y explicar cómo se fue conformando una pedagogía alrededor de esto: 

Doña Anita Almeida, de 69 años, madre, abuela, agricultora, vive en el Pululahua, un volcán pasivo ubicado a 2 horas de Quito. Doña Anita nos cuenta que tuvo que acercarse al hospital porque tenía un problema en la pierna y por rehabilitación le recomendaron que escoja una actividad para complementar su terapia. Entre las opciones que presenta el hospital, que son: bailoterapia, bordado, yoga de la risa, club de lectura y la huerta, ella escogió la huerta. Anita va con su nuera y a veces con su nieta de 7 años a tejer el saco del abuelito Cholán o a deshierbar la tierra. Su nuera nos cuenta que antes de ir a la huerta, cuando le llamaban por teléfono a doña Anita, ella mencionaba sentirse muy deprimida, muy triste de estar sola. Ahora, aún después de haber acabado su terapia física, viene con su familia a la huerta todos los viernes. Esta es su actividad de la semana en la que puede socializar, reir y compartir sus conocimientos sobre la tierra. Ella es agricultora, es la asesora de qué plantas sembrar en los suelos “flacos”, las distancias de siembra, cómo elaborar los surcos, es quien se ha encargado de las plantas pequeñas y es la que más se ha dedicado al tejido del Abuelo Cholán.

El tejido del árbol fue una actividad propuesta como alternativa al trabajo con la tierra, que puede ser más demandante físicamente. El tejido del abuelo Cholán le puso belleza al lugar y aquí se compartían historias de vida, risas y llantos. Esta acción le dio al abuelo Cholán una identidad dentro de la huerta y dio paso a un proyecto de compartir relatos que se llamó “Desde las raíces”. Voluntarios que venían a la huerta se acercaban al abuelo Cholán a compartir historias, a cantar sus canciones a las semillas, a la tierra y al sol. Una de las visitantes, Suanua Maiche, de la comunidad Shuar Kuamar en la Amazonía ecuatoriana, se juntó a compartir historias de sus abuelas. Así surge el abuelo Cholán como un personaje de la huerta y da vida a la historia de Uruchnum, una mujer que se convierte en un árbol medicinal de sangre de drago que cura, sana heridas y enfermedades.

Link al video de la historia aquí: https://youtu.be/PSmeJXqMXdA     

Todo este entramado es un ejemplo de la manifestación de una tierra fértil: son las flores y los frutos que se van recogiendo a partir de una experiencia de regeneración. 

Otra historia de cuidado es sobre un árbol de aguacate: el jardín del hospital, antes de intencionarlo como la Huerta que Cura, tenía un árbol de aguacate. Este árbol estaba seco, descuidado y le faltaban nutrientes. Meses después del ejercicio de cuidado de la huerta, de la atención al suelo, de traer más seres al espacio, el árbol de aguacate brilla y está nutrido por el tejido que genera una relación para el intercambio de actividades, saberes, energías, aprendizajes y desaprendizajes. 

El lugar, como se menciona en el diseño del espacio físico, fue intencionado en cada paso, fue pensado con mucho detalle, con la acupuntura de la tierra, con la visión del diseño que permitió que se genere un lugar seguro de compartir, de hacer, de estar y de cuidar. 

Conclusiones

 

El proceso que se relata en este artículo comienza con una pregunta semilla que es propuesta por Pangea.

¿Cómo toma forma la regeneración dentro de la ciudad?

El proceso del Huerto que Cura nos da algunas luces sobre esta pregunta y existen varios elementos que requieren un componente vivencial para ser entendidos en su totalidad, sin embargo, queremos resumir a la pedagogía del cuidado como un componente más del complejo proceso de regeneración, con tres temas clave: 

  1. El aprendizaje comunitario en el contexto de su vínculo con el territorio. La configuración del espacio con lo que está vivo ahora y lo ancestral, manifiestan aprendizajes particulares que en esta vivencia ha resultado en nuestra experimentación sobre la pedagogía del cuidado.   
  2. La noción de lo no humano como un factor importante dentro de la pedagogía y la geobiología como un medio para entender y vincularnos con todo aquello sutil que se manifiesta e interrelaciona desde la tierra. 
  3. La pedagogía como un acto biológico y como una forma de relacionarse con el mundo en conciencia del aprendizaje constante y necesario que se da en diversos espacios. 

La manifestación de lo expresado anteriormente, incluso en un espacio pequeño como el del huerto que cura, nos acercó a un estado en el que la vida empezó a manifestarse y desde donde, todos los miembros de la comunidad, humanos y no humanos, pudieron ser parte de un proceso sanador. Proceso de retroalimentación constante donde emergen diversas manifestaciones que mejoran el paisaje interno y externo de la comunidad y sobre el cual podemos dar fe de manera empírica. 

Se requiere mayor investigación con enfoques holísticos que permitan abarcar la complejidad de lo ocurrido dentro de este laboratorio y así lograr arrojar más luz a este proceso. Nuestro objetivo al compartir está experiencia, es el de promover más laboratorios dentro de la red de Ecoversidades. Donde, la semilla de la regeneración pueda tomar nuevas formas he integrar a la naturaleza, lo intangible, el ritual, las entidades públicas y privadas, la comunidad y la voluntad de jóvenes y ancianos, convirtiéndose así en ejemplos vivos de alternativas a la educación superior.

Finalmente, queremos recalcar la importancia de integrar a los adultos mayores dentro de procesos pedagógicos sociales donde sus experiencia y sabiduría pueda ser escuchada y compartida.

 

Regalos Audiovisuales de la Huerta

Paisaje sonoro de la huerta que cura

Un jardín comunitario en el Hospital de Ancianos de Atención Integral, en la ciudad de Quito – Ecuador. Un espacio verde co-diseñado por los ancianos y los voluntarios, siguiendo los principios de la permacultura, donde se puso mucha dedicación, disciplina, cuidado y compromiso.

Cuentos desde la Huerta: Uruchnum y el árbol de sangre de drago

Proyecto de rescate de relatos saberes y experiencias desde el Huerto que Cura. Abue cholan conecta con una comunidad en la amazonia del Ecuador quienes le cuentan sobre la historia de cómo se creó el árbol de sangre de drago

Referencias: 

Freire, P. (2000). Pedagogy of freedom: Ethics, democracy, and civic courage. Rowman & Littlefield Publishers.

Gerlach-Spriggs, N., Kaufman, R. E., & Warner, S. B. (2004). Restorative gardens: The healing landscape. Yale University Press.

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