Corazonando Nuevos Mundos

Por Marco Andrade V.

La vida me ha dado muy lindas oportunidades de intercambio y de compartir personalmente con jóvenes universitarios de distintos países de Nuestra América. De manera particular, en el año 2009 tuve el privilegio de recorrer casi la totalidad de Sudamérica, visitar las principales universidades en cada país y entrevistar a cientos de estudiantes. La orientación de mi diálogo con ellxs estaba relacionado al florecimiento humano y la justicia social en sus propios contextos. En muchas ocasiones profundizábamos en cuanto a sus luchas y acciones concretas por denunciar injusticias y proponer cambios específicos. ¿De dónde venían esas voces? ¿Quiénes articulaban estos movimientos? ¿Cómo eran percibidos estas iniciativas dentro de las estructuras universitarias tradicionales? Eran algunas de las preguntas que se iban tejiendo en mi corazón.

Unos años después (2011) fui invitado a ser parte de un equipo de investigación multidisciplinario que tenía la encomienda de investigar los movimientos sociales juveniles en el continente, identificar rasgos comunes y sugerir una estrategia de movilización juvenil para una reconocida ONG enfocada en la protección de la niñez y adolescencia a nivel mundial.  Nuevos insumos, respuestas y más preguntas siguieron emergiendo desde lo profundo de mi ser: ¿Cómo podemos realmente acompañar procesos empoderadores junto a las nuevas generaciones? ¿Qué alternativas podemos ofrecer sin ser directivos en su aprendizaje?

 

En los años siguientes (2013) mi vida dio un giro profundo con el nacimiento de nuestro primer hijo. Los procesos de acompañamiento hacia el florecimiento humano cobraron vital relevancia. Adicionalmente, semanalmente tenía reuniones de coaching/mentoría a jóvenes universitarios de un programa de becas (Leadership Development Program) auspiciado por otra ONG que ofrecía oportunidades de estudios a jóvenes provenientes de familias en alta vulnerabilidad. Nuevamente pude constatar de primera mano la desilusión de gran parte de ellos hacia el sistema educativo tradicional y el profundo desánimo que producía en ellos el pasar largas jornadas en aburridas clases magistrales y estudiando para evaluaciones memorísticas superficiales.

Si a lo anterior le sumamos los ocho años (2001-2008) que tuve la oportunidad de servir en una OBF orientada al acompañamiento de adolescentes y jóvenes en Costa Rica, resulta que desde hace casi veinte años las preguntas sobre cómo construir caminos de aprendizaje transformadores junto a las nuevas generaciones han sido parte de las profundos cuestionamiento que mi alma se ha mantenido explorando.  De hecho, esa fue una de las preguntas centrales de en mi tesis de maestría (2018).

Todo lo anterior lo menciono porque provee el contexto necesario para entender mi intima conexión con el tema de los Procesos Transformadores, las generaciones emergentes y lo que hemos conocido hasta ahora como “educación superior”. Lo siguiente que quisiera mencionar es que en los últimos años he sentido gran esperanza al vincularme con tres movimientos que, en distintos niveles, representan para mi la praxis del Nuevo Mundo, y la manifestación concreta de algunos de los sueños más profundos que anhela mi alma. Esos tres movimientos/redes son: Centros de Aprendizaje Ágil, Mushuk Away y Ecoversidades. A continuación profundizaré en cada una de ellas y compartiré las razones por las que aportan de energía y entusiasmo a mi vida. Además, de manera particular compartiré algunas de las vivencias más significativas experimentadas en medio del Encuentro Regional de Ecoversidades (Agosto, 2019) y sus aportes en continuar tejiendo esos Otros Mundos Posibles.

La Red de Centros de Aprendizaje Ágil me dio el encuentro en medio del camino de formar nuestra propia comunidad de acompañamiento transformador (www.ElNidoCasaAbierta.com). Cuando casi habíamos perdido la esperanza de encontrar un espacio familiar de convivencia, fraternidad y diálogo que ofrezca procesos de desescolarización de adultos; justo ahí aparecieron en nuestro camino. Fue maravilloso descubrir que no teníamos que “inventar el agua tibia”; que ya existían desde hace algunos años comunidades con un ADN muy compatible con lo que habíamos estado corazonando. Inmediatamente resonamos con sus raíces, narrativas, metodologías…. con lo radicalmente relevante de cultivar la confianza en que cada ser humano sea el protagonista de su propio proceso de exploración/aprendizaje. Desde entonces seguimos caminando muy cerca de esta linda comunidad latinoamericana.

 

Con respecto al Mushuk Away (la Red de Educación, Experiencias y Pensamientos Alternativos en Ecuador) quisiera mencionar que literalmente lo que significa en nuestra lengua autóctona (quichua) es “Nuevo Tejido”; y precisamente eso es lo que es: un tejido diverso de personas, comunidades y proyectos alternativos que buscan de manera particular promover procesos de aprendizaje autónomos y transformadores. Vincularnos a esa red nos ha dado la gran satisfacción de cultivar relaciones de confianza y amistad con hermosos seres humanos; activistas de un Nuevo Mundo; hombres y mujeres de corazón libre, valientes soñadores y constructores de propuestas sensibles a la diversidad del espíritu humano y de las múltiples maneras de florecer. Unir esfuerzos y acompañarnos mutuamente en medio del camino ha energizado nuestra lucha y nutrido nuestro corazonar colectivo para seguir avanzando de manera concreta en la manifestación de esos Nuevos Mundos ya latentes en nuestras entrañas. 

 

He mencionado hasta el momento a una red que nos vincula a nivel nacional y otra que nos conecta a nivel regional. Ahora quisiera mencionar a una que se está expandiendo exponencialmente con fuerza a nivel planetario: Ecoversidades.

Llegué a vincularme a este hermoso movimiento porque uno de mis contactos relacionados a la Red de Centros de Aprendizaje Ágil de Brasil se encontró con un joven ecuatoriano en el Encuentro Planetario en India (2018) y le recomendó contactarme al regresar al país. Inmediatamente resoné con la iniciativa y busqué obtener tanta información como me fuera posible. Podrán imaginarse lo profundamente emocionado que me siento al encontrar personas, comunidades y procesos que apuntan al florecimiento humano integral; Ecoversidades desde diversas perspectivas es la manifestación tangible de ese sueño que ha estado constantemente presente desde hace dos décadas en mi alma.

Evidentemente la construcción de Nuevos Mundos no se puede dar manteniendo las mismas narrativas dominantes, por lo tanto el diseño de procesos de acompañamiento que promuevan la autonomía, el re-descubrimiento personal y la auto-dirección es indispensable. Ahora, imagínense un movimiento a nivel planetario que enlace a distintas personas, comunidades y ecoversidades (universidades alternativas) con el fin de que el aprendizaje a través de la vida y el intercambio de experiencias pueda ser libremente explorado. Eso es justamente uno de los grandes sueños compartidos por quienes formamos parte de este gran tejido.

Al momento, en Nuestra América nos encontramos justamente en el proceso de mapeo, articulación y diseño de procesos que faciliten caminos diversos de aprendizaje. Estamos en una etapa de re-conocernos profundamente entre las personas y proyectos ya vinculados al tejido; identificar el enfoque y fortalezas de cada comunidad y visibilizar esos saberes avanzados que cada persona y proyecto puede aportar.

En mis propias observaciones y marcos referenciales (frameworks) relacionados a la construcción del Nuevo Mundo he llegado a intuir la necesidad de cultivar cuatro dimensiones relacionales:

  • con nosotros mismos,
  • con quienes me rodean,
  • con el colectivo social y
  • con lo trascendente. 

Uno de los aspectos fascinantes que he encontrado en Ecoversidades, (de manera particular entre las personas/proyectos que participaron en el segundo encuentro regional) es ese nivel de interacción y conexión con estas distintas dimensiones relacionales tanto a nivel individual como comunitario. Considero que ese entendimiento (consciente o inconsciente) de la necesidad de que los procesos transformadores inicien en nosotros mismos, facilitó una conexión muy estrecha entre quienes estuvimos presentes en el encuentro (Ecuador, Agosto 2019).


En medio del Encuentro, participando juntxs de la ceremonia de bienvenida, sintonizando nuestros corazones al latido de la Vida, entrando al corazón de la Madre Tierra (Temazcal), compartiendo nuestras luchas y quebrantos (conversaciones nocturnas de fogata/mirador), escuchando las voces de nuestros ancestros (Ñaupani y Cristina Puma, guardianes de la sabiduría solar inca) y las decenas de encuentros e interacciones con seres humanos con tan diversos transfondos pero tan similar esencia; alimentó profundamente en mi alma una convicción de estar siendo cósmicamente articulados para servir y contribuir juntxs en la manifestación de esos Otros Mundos Posibles.

Otra de las grandes sorpresas en medio del Encuentro fue identificar la maravillosa riqueza colectiva que es posible generar al sumar las fortalezas y enfoques de los individuos y comunidades presentes. Durante nuestros días en la Eco-aldea de Chambalabamba, en medio de espacio formales e informales de interacción compartimos tanto sobre nuestras áreas de exploración y fortalezas, como de nuestros retos actuales y luchas. En repetidas situaciones uno de los desafíos que más estaba presente tenía que ver con la sanación (propia y comunitaria) y los retos relacionales que surgen en medio del servicio colectivo. De hecho, la gran mayoría de los presentes nos encontrábamos atravesando situaciones relacionales complejas y, ese sentido de vulnerabilidad contribuyó muy favorablemente a crear un ambiente de humildad y apoyo mutuo.  De hecho, han pasado muchos meses desde entonces y algunas de las relaciones más autenticas, profundas y duraderas se han dado por ese profundo nivel de conexión en medio del quebranto y la posibilidad de presentarnos sin máscaras delante de lxs demás. Casi la totalidad de lxs presentes logró trascender esa noción de ser “el representante de un proyecto” y entregarse a ese espíritu colectivo de sentirnos contenidos en medio del quebranto. Muchos fuimos inspirados a “soltar el control” al experimentar profundamente la fuerza de la Vida que siempre emerge y trasciende nuestras propias limitaciones.  De manera muy misteriosa, mágica…pero tangible y evidente ese Encuentro contribuyó significativamente en procesos de sanación que seguramente seguirían dando sus frutos con el tiempo.

En lo referente al potencial colectivo de Ecoversidades en la Región, es muy inspirador identificar la diversidad de experiencias de las personas y colectivos representadxs. Están vinculados proyectos con mucha experiencia en acompañamiento de procesos de sanación y re-conexión profunda con nuestra vocación individual. Otros, tienen muchos recursos enfocados en aspectos relacionales, comunicación no violenta y facilitación de procesos de restauración de nuestros vínculos con quienes nos rodean. Por otro lado, están presentes en el movimiento personas y comunidades con amplio manejo de herramientas comunitarias hacia el fortalecimiento de la comunicación, la facilitación de procesos colectivos, gestión organizativa y toma de decisiones desde narrativas empoderadoras y cooperativas. Por último, están igualmente vinculados individuos y comunidades en íntima relación con saberes ancestrales y un linaje vivo de cosmovisiones originarias que encarnan espiritualidades en armonía con la Madre Tierra y el Gran Espíritu presente en todas las manifestaciones de la vida. Esa profunda conexión con lo más trascendente, con el flujo primordial de la Vida;  es un aspecto sumamente particular y energizador dentro de este hermoso tejido. El reconocimiento que hay algo que nos trasciende a nosotros como comunidad humana y que estamos siendo “orquestados” y vitalizados de energía para articularnos fructíferamente es algo que no deja de sorprenderme y me llena de entusiasmo por seguir construyendo y “haciendo el camino al andar” con cada unos de los hermosos seres vinculados a este maravilloso tejido.

Después de este par de décadas de reflexión y búsqueda cada vez más siento que mi corazón está resonando junto a una gran familia, una comunidad de soñadores y apasionados practicantes de Nuevos Mundos. No han terminado mis exploraciones y cuestionamientos; pero me siento muy afortunado y privilegiado de contar con las conexiones y los vínculos que colectivamente formamos Ecoversidades. Sé que todavía queda mucho camino por recorrer, que lo que estamos viviendo es solamente el inicio… y me entusiasma entrañablemente sentir la energía vibrante que nos ha unido y continuará guiando nuestros pasos. ¿Sienten ustedes lo mismo?

¡Sigamos comprometidxs con nuestra propia sanación y caminando juntxs en medio de esta gran aventura de regeneración colectiva!

“Mucha gente pequeña en lugares pequeños,

Haciendo cosas pequeñas…

Pueden cambiar el mundo.”

– Eduardo Galeano

Marco Andrade V., vive en Ecuador, en un espacio alejado del ruido de la ciudad de Quito. Junto a su hija Luana, su hijo Nico y su compañera Karina sostienen “El Nido Casa Abierta” un espacio de desescolarización colectiva y encuentro comunitario. Es un curioso investigador de procesos que potencien el florecimiento humano y la mayor parte de su vida ha estado relacionado a comunidades, movimientos y redes orientadas a restaurar el potencial del alma humana. Le interesa mucho el estudio de las inteligencias colectivas, el diseño regenerativo y los procesos de aprendizaje necesarios para co-crear Otros Mundos Posibles. Está activamente involucrado en la articulación del Mushuk Away, una red nacional que enlaza sueños, experiencias y proyectos de educación alternativa. Además, es facilitador de procesos comunitarios en distintos colectivos.

En medio de su camino ha descubierto la vital importancia de reconectarnos con la Tierra y lo valioso de recuperar narrativas ancestrales para redescubrir nuestra esencia como seres humanos y lograr habitar en armonía con todas nuestras relaciones. 

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