GARN Latinoamérica: Campus Vivo para los Derechos de la Naturaleza, Colombia

Campus Vivo para los Derechos de la Naturaleza

Un proyecto gestado por Juan Sebastian Acosta para
la Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza en Latinoamérica
https://www.garnlatinamerica.org/campusvivo/

Presentación

Luego de diez años de la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, la Naturaleza ha sido incluída como sujeta de derechos en la legislación de más de 35 países, una decena de ellos en Latinoamérica. Sin embargo, esto apenas ha conseguido aumentar parcialmente la protección efectiva de los ecosistemas frente a una nueva oleada de extractivismos mineros, petroleros y energéticos. En Colombia, un país con décadas de conflictos internos, violencia armada y altos niveles de corrupción, las sentencias proferidas por diversas instancias jurídicas, desde jueces civiles hasta la Corte Constitucional, han declarado decenas de ríos, páramos, parques nacionales naturales y hasta regiones enteras como sujetos de derecho, atribuyendo al Estado el deber de protegerlas y conservarlas; esta función ya estaba contemplada en la Constitución Política de 1991 como parte del  derecho ambiental,  pero sigue sin ser garantizada.

Con cinco siglos de colonialismo extractivista, la Naturaleza en Latinoamérica  y sus prominentes niveles de biodiversidad, resiste en regiones asociadas a la diversidad étnica y cultural,  donde políticas y leyes favorecen más a las empresas exportadoras de Naturalezas fragmentadas, que a sus defensores y guardianes milenarios. Esto pone en evidencia que los nuevos sujetos, las Naturalezas en su valor intrínseco, se encuentran desprotegidas por parte de gobiernos e institucionalidades, que lejanas a las realidades territoriales, a los saberes populares y tradicionales, se han movido  en torno a dinámicas e intereses económicos neoextractivistas, en abierta y desigual competencia con los criterios ecológicos, cada vez más apremiantes e ineludibles. 

La aprobación de constituciones y leyes que reconocen nuevos sujetos de derecho en Latinoamérica, sin duda proveen un marco para la transformación de la relación entre las personas, los Estados y las Naturalezas, pero, mientras persistan relaciones económicas que vean a la naturaleza como recursos, serán las sociedades y sus organizaciones las que han de transitar hacia el restablecimiento de las relaciones productivas, culturales y ecológicas distintas. 

Para que las realidades locales, nacionales y regionales puedan llevar a la práctica la idea de que los entes de la Naturaleza cuenten con personalidad ante la ley y gocen de derechos, será necesario rebasar la novedad jurídica, que ante la catástrofe climática, sanitaria y agrícola, va decantándose y ya no representa una osadía, sino más bien, se proyecta desde hace una década como un giro radical pero ineludible en el que, el reconocimiento de otras formas de valoración e interpretación de las Naturalezas, diferentes a su objetivación y mercantilización, serán imprescindibles. 

En este desafiante aprendizaje colectivo, Latinoamérica cuenta con referentes de alcance milenario: en la selva, la cordillera y la mata atlántica se mantienen vivas formas de habitar que relacionan a comunidades, territorios y Naturalezas de maneras, si no perfectas, al menos mucho más armoniosas que las de la explotación industrial a gran escala y el consumismo capitalista. En países con cientos de culturas nativas y territorios ancestrales que perduran a pesar de los embates de la civilización occidental, será necesario darle lugar a los saberes hasta ahora invisibilizados, desvalorados y descontextualizados por las ciencias y sus discursos oficiales; para dar paso a sociedades plurales y biodiversamente centradas, habrá que profundizar el diálogo y la cooperación entre diferentes cosmovisiones que le permitan a todos los seres salir de la exclusión y persecución para reclamar su dignidad como parte de la comunidad de vida en la que somos interdependientes. 

Para lograr este reconocimiento radical de la diversidad, hace falta una educación no centrada en “el hombre” moderno (occidental, civilizado, patriarcal, exitoso…), o hecha con el pensamiento  de la civilización hegemónica (extractivista, colonial, devastadora…) sino orientada a la pluralidad y sensible a la permanencia de numerosas cosmovisiones, que siendo muy complejas y distintas, relacionan en sus narrativas/estructuras o Leyes de Origen, a todos los seres de la Naturaleza, sus saberes y sus sentidos de vida; una educación enfocada en la comunidad de seres de la Naturaleza. 

En una educación así, que honre las memorias profundas, enriquezca con certezas muy antiguas una nueva perspectiva de la identidad y que reivindique caminos alternativos al desarrollo y al crecimiento económico ilimitado, será clave el corazonar, la intuición y otras pautas de acceso al territorio interior, donde reposa la capacidad de percibir la profundidad y la verdadera naturaleza salvaje. La apuesta inicial por un Campus de los Derechos de la Naturaleza (DDNN) nos remite a un cuestionamiento sobre las creencias, el sentido común, las relaciones que construyen nuestras identidades.

Este producto profesional se construyó desde mi experiencia como artista, como gestor cultural y como activista, la cual he ido combinando con los repertorios de acción de diferentes grupos o movimientos sociales que se encuentran involucrados en la defensa de la naturaleza; en mi caminar por los DDNN me fui encontrando con un movimiento naciente de gran potencial en Latinoamérica. 

Gracias a la articulación de esfuerzos de la sociedad civil y diferentes investigadores, activistas y entidades se ha establecido la Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza que durante más de una década ha propiciado el acompañamiento estratégico de diversos casos alrededor del mundo, ha establecido convenios de cooperación y adelantado encuentros, simposios, conferencias, grupos de trabajo colaborativo de redes, organizaciones y personas que defienden la Naturaleza como sujeta de Derechos. En años recientes ha organizado cinco versiones del Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza y actualmente proyecta sus esfuerzos en hubs o centros regionales como GARN Europa, GARN África, GARN Latinoamérica y hubs  o centros temáticos y poblacionales, entre ellos GARN Académico, GARN Legal, GARN Indígena y GARN Jóvenes.

La creación del  Programa Educativo de GARN Latinoamérica supuso varios desafíos, en primer lugar la creación de un producto profesional, que implicó un proceso de investigación intercultural cualitativo de diálogo permanente con actores clave, trabajo colaborativo, diseño creativo y cosecha de experiencias diversas en torno a los aprendizajes transformadores en relación a la Naturaleza como entidad viviente. Además, la puesta en marcha del programa, trajo el reto de proponer también un entorno o plataforma  que fue activada en el portal web de la Alianza desde mayo de 2022, es allí donde nace como tal el Campus Vivo de GARN Latinoamérica. 

Visionamos la instalación de un escenario permanente de formación e investigación en torno a los DDNN, y con la formulación del programa como un producto profesional se cumple este objetivo; además se ha conseguido contextualizar y concretar las ideas hasta configurar una escuela o plataforma educativa en red, que hoy faculta a la alianza para abrir un nuevo ciclo de labores en defensa de la Naturaleza como ser Madre de la Vida y sujeta de derechos. Gracias a su enfoque en grupos de estudio locales en América Latina, el producto también aporta en la consolidación de procesos territoriales en red, por ejemplo con el levantamiento de casos de estudio en torno a conflictos socioambientales de cada uno de los nodos o grupos del programa.

Tal vez la mayor novedad y más importante reflexión ha sido profundizar en la transformación individual a partir de la reconexión interior hacia los vínculos relacionales, en este sentido el programa valora y valida los saberes ancestrales y va mucho más allá de los análisis académicos, jurídicos o ecológicos planteando una aproximación a los derechos de la Naturaleza desde el restablecimiento de identidades expandidas que incluyan a La Tierra y la comunidad de vida como parte de las sociedades.

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